de Stefano Carbone
No vengas el sábado a mi casa,
recortando nuestro espacio
a una hora de diversión.
Sé parte de mí, día a día.
Ven entre semana,
quiero respirarte en la vida real.
No anhelo
a idealizarte en el ocio,
en la ilusión de las vacaciones,
quitando lastre a tu inquietud.
Quiero una inercia objetiva,
conocer tu esencia
vivir lo cotidiano,
contemplando el cansancio
de la soledad,
que te alberga.
Desvélate,
con intacta honestidad:
tus fracasos,
tus agobios,
el placer escondido que te alumbra
en la tormenta que llevas.
Mal costumbre
el reclamarte peinado
pulcro para el baile y la boda
sin otear el caos de tu rutina.
Te miraré así,
recóndito,
como planta al lado de la oficina,
punto de verde luz
en la cárcel sombría
del capital humano.

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