de Stefano Carbone
Como lumbre de antigua vela,
perdida por un céfiro septembrino,
guiña la vida,
suspendida entre gemido y jadeo,
vigila rauda,
en la espera de la noche,
pasado atardecer asombroso.
A ella anhela el alma,
como hoja que busca la tierra,
al terminar el otoño.
Así la Acabadora,
viene a cerrar el círculo,
a dejar por ti el último aliento.
Viene cual invocada,
solo tú puedes llamarla.
viene a tajar el hilo sagrado,
entre cielo y tierra,
como la uva madura
en los campos de verano.
Quiebra el hechizo,
libre de afán,
cumple el arcano ritual,
como Perséfone.
La muerte,
su hermana,
anda a su paso,
con huellas suaves,
en caminos polvorientos.
Atento susurro de olvido,
celadora del pasaje,
devuelve al confín su medida,
interpelando el tiempo,
ocultado en el lento arrancar de la tierra,
encontrando el momento oportuno
para talar la espiga.
Pulcra hoz de mujer antigua,
piel de roca,
alma de eternidad.

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