de Stefano Carbone
Chthlhu
Cthulhu fhtang!
Señor del sueño sin sueños,
caos eterno,
te invoco desde el abismo,
llena mi ser entero,
de tu oscura majestad.
Demonio
El calor de las tinieblas,
vil adicción:
vuelca el respecto en manía,
el amor en violencia,
y los hombres en mí,
ángel caído
en abismos de vicio.
Bruja
Me llaman bruja,
dueña de antigua sabiduría,
ignorando el verdadero origen
de mi poder:
denegar un mundo,
que me quiere esclava.
Yeti
Me llaman “Mito”
porque no aguantan
que alguien sea capaz
de tanta soledad.
Minotauro
El laberinto está en tu mente,
y ahí voy dando vueltas,
esperando, lacónico,
el día que me liberes.
Que si todavía
no lo entendiste,
tu y yo somos lo mismo.
Acepta la verdad,
hay monstruos escondidos
en cada esquina de esta humanidad.
Hipogrifo
Oh mortal,
que indagas el arcano
recuerda mi esencia:
soy el imposible,
la unión de enemigos
soy eterna alegoría,
la luz detrás del olvido.
Arpía
Mi nido es averno
tu pena mi condumio.
¡Huye, mortal!
Que aquí ni la esperanza
tiene el valor
de echar raíces.
Sirena
No te atormentes,
mortal,
no hay bien en la tierra
capaz de colmar
la libertad que donan
el canto y el mar.
Kanima
El alma se parte
entre la luna y mi amo
confundiendo, a veces,
el uno con la otra,
perdiéndome
detrás el deseo ajeno.
Centauro
Mi humanidad partida
empuja mi ser hacia el viento.
Un sendero que me lleva
donde tus pasos no pueden.
Esqueleto
Llego desde la muerte,
y ahí volveré,
pero hazme gozar
de este sol otro instante,
el viaje es largo,
y quiero quitarme esta sed
de sabores olvidados:
la vida,
que tanto hemos anhelado.
Cíclope
Hijo del mar,
de tribal ancestro
devorando el invasor
sin miedo al juicio.
Los dioses son aliados,
por paterna intercesión.
No tengo miedo al trueno,
solo admiro su resplandor.
Pegaso
Nací por la sangre de la gorgona,
feroz de libertad,
un héroe fue mi jinete
y yo su aliado
en buena y mala suerte.
Que mi ala fuerte
no tiembla en tempestad.
Kitsune
Merodeo campos y aldeas,
protegiendo el equilibrio.
Sabiduría de zorra antigua,
incapaz de callar
el llanto de la tierra.
Duende
Administrar la suerte
es tarea ingrata
en un mundo
incapaz de divisar
el tesoro más grande:
el amor compartido
por quien te acompaña
en las tormentas.

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