de Stefano Carbone
Estás son mis últimas palabras.
A la orilla de la muerte
abrazo mi rebeldía,
sin miedo a la condena.
Toda mi vida me llamaron subversiva.
Y admito que lo fui.
Ni el rechazo ni la adversa voluntad me detuvieron,
quise estudiar entre los hombres,
pantera en jauría de lobos,
incapaces de concebirme a su altura.
Tomé los hábitos, me consagré al conocimiento.
Así elegí mi vida, rechazando otro destino
que no me condujese hasta el pulcro saber.
A esto me dediqué, sin ningún remordimiento,
ya que no se puede ahorcar el infinito
o detener las palabras, cuando el mismo eterno las inspira.
Volé a través de las estrellas, agarrándolas en sueños,
persiguiendo un conocimiento imposible
que merezca la emoción de la búsqueda.
Y a pesar del desconcierto, y del desprecio,
el tiempo me dará la razón y pondrá todo en su lugar.
Y tú, poeta extraviado,
perdido entre los pliegues de la historia,
manchada por necias mentiras,
me encontrarás a lado de Hipatia,
y de todas las mujeres que como yo,
fueron silenciadas por el gentío,
incapaz de considerarnos nada más que madres o esposas.
Ahí descanso, lista para despertar a quien luche a mi lado,
que la verdad nunca muere,
ni ahogada por el olvido del tiempo.
Así dejo escrito,
que quede grabado:
remito mi alma al infinito,
renunciando a todo
menos que al saber,
alas de libertad que nadie podrá quitarme.

Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
L’ultima confessione di Suor Juana
di Stefano Carbone
Queste sono le mie ultime parole.
Sull’orlo della morte
abbraccio la mia ribellione,
senza alcun timore di condanna.
Per tutta la vita mi chiamaron sovversiva.
E ammetto di esserlo stata.
Né il rifiuto né l’avversa volontà m’hanno fermata,
volevo studiare fra gli uomini,
pantera in un branco di lupi,
incapaci di concepirmi alla loro altezza.
Presi i voti, dedicandomi alla conoscenza.
Così scelsi per la mia vita, rifiutando altro destino
che non mi portasse al pulcro sapere.
Mi dedicai a questo, senza rimpianti,
poiché l’infinito non può essere taciuto,
né le parole fermate, quando l’eterno le ispira.
Ho volato tra le stelle, catturandole in sogni,
inseguendo un sapere impossibile,
che merita l’emozione della ricerca.
E nonostante lo sconcerto e il disprezzo,
il tempo mi darà ragione e metterà tutto al suo posto.
E tu, poeta smarrito,
perso tra le pieghe della storia,
macchiata da folli menzogne,
mi ritroverai accanto a Ipazia,
e a tutte le donne che come me
sono state messe a tacere dalla folla,
incapace di considerarci nient’altro che madri o mogli.
Lì attenderò, pronta a destare chi combatterà al mio fianco,
giacché è impossibile uccidere la verità,
né annegarla nell’oblio del tempo.
Così scrivo,
e che venga messo agli atti:
rimetto la mia anima all’infinito,
rinunciando a tutto
meno che alla conoscenza,
ali di libertà che nessuno mi potrà togliere.

Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.