de Stefano Carbone
No te dejé otra opción que olvidarme
colapso de un frágil segundo sabor a albaca
cual simulacro del antiguo sur
ancestral madre de mis poemas.
De que me vale el vino y las copas
o el asombro de la noche en las calles de esta ciudad,
de que me vale el olor a libertad
que respiro sin pausa cada segundo de este viaje
Me vale verga
asombrado de recuerdos
como un látigo que quiso domesticarme
agonía frente una selva de acero y betún.
Me quedan todavía unos atardeceres de gris metal
la vela de un tenue delirio encarcelado en jaulas de opulencia.
Mis alas
sí
las recuerdo
el fuerte rumbo enredado en sábanas manchadas de tu respiro
el sabor agridulce de la ausencia de tu rostro de papel.
La mar y sus olas, el puerto alejado,
y la tempestad bajo mis ojos
tiernos como el relámpago para el barco.
La energía nueva del otoño que me acaricia la piel soltera
navegando entre arterias en búsqueda de una nueva corona.
Pero me cabe todavía un verso en este desmadre:
aun me haces falta
a pesar de ser ya como el viento intangible
que corre así rápido
que ni el rencor más profundo
será capaz de agarrarlo.
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
Casino
di Stefano Carbone
Non t’ho lasciato altra scelta che dimenticarmi
collasso di un fragile secondo al sapore di basilico
quale simulacro di un antico sud,
la madre ancestrale della mia poesia.
Che mi importa del vino e i lieti calici?
O le meraviglie della notte
cosparse per le strade di questa città,
Che mi importa il profumo della libertà?
che respiro senza sosta ad ogni secondo di questo viaggio
Non me ne importa un cazzo
Stupefatto dai ricordi:
una frusta che desiderava domarmi,
l’agonia dinnanzi ad un bosco di acciaio e bitume.
Mi resta ancora qualche tramonto d’asfalto grigio
la candela di un fioco delirio incarcerato in gabbie di opulenza.
Le mie ali
Sì, me li ricordo
il forte fluire aggrovigliato nelle lenzuola macchiate dal tuo respiro
il sapore agrodolce dell’assenza del tuo volto di carta.
Il mare e le sue onde, il porto lontano,
e la tempesta sotto i miei occhi
dolce, come il fulmine per una nave.
La nuova energia dell’autunno che accarezza la mia pelle solitaria
navigando tra le arterie alla ricerca di una nuova corona.
Ma ho ancora un verso in questo casino:
ho ancora bisogno di te
nonostante io sia già come il vento intangibile
che corre così veloce
che nemmeno il risentimento più profondo
riuscirà ad afferrarlo.
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