Separarse

de Stefano Carbone



No pude escapar del verbo,

inolvidable inquietud,

no pude cruzar la línea roja

que separa tu fallo del mío:

el confín,

indefinido rasgo

que aparta carne y almas,

derecho y sosiego,

y atrapa, cual miedo,

sin dejar espacio

para pulcro perdón.


La conciencia,

tiránica verdad,

me agarró el pecho

arrancándome el alma,

asimilando este adiós,

cual ceniza en la boca.


Y cómo podría tener

un sabor distinto,

si la traición,

feroz de ruina,

nos amantó el juego…


¿Cómo podrían

los eventos

llevarnos a otro camino

que no implique distancia?


Quizás el perdón pueda,

pero el recuerdo exige.

Y también si aprecio tu esencia,

ya no aguanto tu paso.


Así que no queda otra.


Que nuestro futuro,

hablando en singular,

desconoce el miedo a la soledad.

El valor,

es la única moneda

que consiente.

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Ave Fénix

de Stefano Carbone


¡Vuela, ave Fénix!

¡Levántate!

Abandona tus cenizas,

muerte falaz

de tu encanto.

¡Abre tus alas,

elévate al cielo!

Que el canto de la victoria

se exprese con todo su vigor.

Naciste otra vez,

reina victoriosa,

dejando atrás los fallos,

plúmbeas plumas,

carga de tu vuelo.

Empieza otra vez,

sin miedo o rechazo,

encarnando alegorías,

en nombre de vida y libertad.

¡Laetatum Coelum!

Exultan las nubes

mirando tu poder:

encontrar nueva vida

donde el mundo impone ausencia.

El sol te bendiga,

hija del devenir.

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Octubre, poesía y miedo – Parte 2

de Stefano Carbone



Chthlhu


Cthulhu fhtang!

Señor del sueño sin sueños,

caos eterno,

te invoco desde el abismo,

llena mi ser entero,

de tu oscura majestad.


Demonio


El calor de las tinieblas,

vil adicción:

vuelca el respecto en manía,

el amor en violencia,

y los hombres en mí,

ángel caído

en abismos de vicio.


Bruja


Me llaman bruja,

dueña de antigua sabiduría,

ignorando el verdadero origen

de mi poder:

denegar un mundo,

que me quiere esclava.


Yeti


Me llaman “Mito”

porque no aguantan

que alguien sea capaz

de tanta soledad.


Minotauro


El laberinto está en tu mente,

y ahí voy dando vueltas,

esperando, lacónico,

el día que me liberes.

Que si todavía

no lo entendiste,

tu y yo somos lo mismo.

Acepta la verdad,

hay monstruos escondidos

en cada esquina de esta humanidad.


Hipogrifo


Oh mortal,

que indagas el arcano

recuerda mi esencia:

soy el imposible,

la unión de enemigos

soy eterna alegoría,

la luz detrás del olvido.


Arpía


Mi nido es averno

tu pena mi condumio.

¡Huye, mortal!

Que aquí ni la esperanza

tiene el valor

de echar raíces.


Sirena


No te atormentes,

mortal,

no hay bien en la tierra

capaz de colmar

la libertad que donan

el canto y el mar.


Kanima


El alma se parte

entre la luna y mi amo

confundiendo, a veces,

el uno con la otra,

perdiéndome

detrás el deseo ajeno.


Centauro


Mi humanidad partida

empuja mi ser hacia el viento.

Un sendero que me lleva

donde tus pasos no pueden.


Esqueleto


Llego desde la muerte,

y ahí volveré,

pero hazme gozar

de este sol otro instante,

el viaje es largo,

y quiero quitarme esta sed

de sabores olvidados:

la vida,

que tanto hemos anhelado.


Cíclope


Hijo del mar,

de tribal ancestro

devorando el invasor

sin miedo al juicio.

Los dioses son aliados,

por paterna intercesión.

No tengo miedo al trueno,

solo admiro su resplandor.


Pegaso


Nací por la sangre de la gorgona,

feroz de libertad,

un héroe fue mi jinete

y yo su aliado

en buena y mala suerte.

Que mi ala fuerte

no tiembla en tempestad.


Kitsune


Merodeo campos y aldeas,

protegiendo el equilibrio.

Sabiduría de zorra antigua,

incapaz de callar

el llanto de la tierra.


Duende


Administrar la suerte

es tarea ingrata

en un mundo

incapaz de divisar

el tesoro más grande:

el amor compartido

por quien te acompaña

en las tormentas.

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Octubre, poesía y miedo – Parte 1

de Stefano Carbone


Vampiro


Me nutro de ti cada noche,

incapaz de olvidar tu latido,

único don celeste

capaz de aplacar mi verdugo.


Momia


El precio de la eternidad:

tinieblas y soledad.

albergar venganza,

para un futuro sin esperanza.


Hombre lobo


Dejo la manada

por la soledad.

prefiriendo la luna,

que concede libertad.


Frankenstein


No te engañes,

el trueno me dio la vida

y la noche un hogar.

Tú solo juntaste las piezas,

nada más.


Hidra


Muchas caras,

una por cada herida

que te debo.



Godzilla


Mi indócil ira

es el feroz grito

de tierra y mar,

extenuados de callarse

frente a toda esta ruina.


Alien


Me quedaba pequeña la tierra,

así elegí el cielo.

lo desconocido:

anhelo fecundo de mi ser.


Gremlin


Mójame con tu desprecio

y verás la furia

de mi progenie.

Así que ten cuidado,

que la tormenta

solo procrea furia y Olvido.


Fauno


Celebro la tierra,

matriarca de nuestro existir,

sustento al deseo

de hombres crueles.


Zombie


Me convertí en ellos

sin darme cuenta:

mutuo, trabajo y renta.

¿Qué fue de mi tiempo?

¿Qué fue de mi fe?


Kraken


El eterno mar

me hizo rey del abismo

y ahí espero,

hasta el final de los tiempos.


Medusa


Una mirada libre

petrifica a quien se conforma.

Por esto paseo entre estatuas,

por la mayoría del tiempo.


Fantasma


No es la soledad,

cuanto el fantasma

de tú y yo,

tormento apenado,

que no deja descansar

mi alma embrujada.


Dragón


Vaga ilusión de los hombres,

creerse siempre el predador.

Por esto me cazan:

no aguantan la humillación

de ser presa.


Troll


Me antoja la noche,

me antoja el alcohol.

Plácido instinto,

beso de piedra desnuda,

que me generó.

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Te ríes

de Stefano Carbone


Te ríes,

te ríes estúpidamente

de mi miedo,

infamando el frágil,

castigando la inexperiencia,

llamándola torpeza.


Ay, infamia del hombre mortal…

Que no te das cuenta

del aire y el cielo en acuario

que cambian el lapso suspenso

de la materia real,

que no entiendes,

que la revolución ya ha llegado,

que no hay más espacio

para un paladar denso de enojo,

para tiempo impregnado de soberbia


No ves…

¿No puedes divisar los signos,

la vuelta del feroz invierno

gris hierro y plomo,

sin ninguna piedad

para quien intenta el despego?


No entiendes lo necesario,

el dejar atrás lo viejo,

lo rapaz,

la gana de conquistar al pobre,

de dominar lo incierto,

de asesinar lo diverso….


No te das cuenta

de que el conformismo

te paga con tempestad,

que ser esclavo no está contemplado,

¿No ves el sol y las estrellas

que dan sus vueltas

en los campos celestes?

¿No ves cómo es natural entregar la luz

a quien lo necesita?


¿No crees,

amigo

que no es más tiempo

de salar pociones con veneno y ansiedad

que ya el tiempo vuela

y la luz del atardecer desvanece

rara y constante

detrás de un horizonte

que es más por mí que por ti?


¿No ves,

que las palabras

escuchan las almas gentiles,

y que tu venganza te llevará

a un punto muerto?


Ten cuidado

a que no te vuelques en sombra.

Enciende la luz,

¡Enciéndela!

No remarques tu despecho.

No caigas en esta trampa.

El cielo escucha

y tú sigues gritando odio

demasiadas veces.


¿No te das cuenta…

De que no hace falta?

¿Que el aire es tuyo,

Y así mismo,

los campos y la mar?

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Que me perdone Neruda

de Ana de la Fuente (La Glitter)


Me gustas cuando hablas

porque estás aún más presente

y el verbo cobra de repente

sentido en tu piel.

Que me perdonen Neruda

y su poema XX,

que los versos más tristes

los escribiste tú aquella noche

que quisiste ser una más entre la gente.

No soporto que calles lo que sientes

por culpa de esos capullos

que no tienen ni

dos dedos de frente.

Abre tu ventana y alza la voz,

que seguro te prefieres como eres:

fuerte, bonita, loca e insurgente.

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La acabadora

de Stefano Carbone


Como lumbre de antigua vela,

perdida por un céfiro septembrino,

guiña la vida,

suspendida entre gemido y jadeo,

vigila rauda,

en la espera de la noche,

pasado atardecer asombroso.

A ella anhela el alma,

como hoja que busca la tierra,

al terminar el otoño.


Así la Acabadora,

viene a cerrar el círculo,

a dejar por ti el último aliento.


Viene cual invocada,

solo tú puedes llamarla.

viene a tajar el hilo sagrado,

entre cielo y tierra,

como la uva madura

en los campos de verano.


Quiebra el hechizo,

libre de afán,

cumple el arcano ritual,

como Perséfone.


La muerte,

su hermana,

anda a su paso,

con huellas suaves,

en caminos polvorientos.


Atento susurro de olvido,

celadora del pasaje,

devuelve al confín su medida,

interpelando el tiempo,

ocultado en el lento arrancar de la tierra,

encontrando el momento oportuno

para talar la espiga.


Pulcra hoz de mujer antigua,

piel de roca,

alma de eternidad.


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El móvil

de Stefano Carbone


A veces me figuro

como móvil defectuoso

que sobra en calentarse

bajo el ígneo sol de verano,


torpe en trasmitirse,

apto,

quizás,

solamente en remitir mensajes

de noche,

mojado de insomnes ilusiones,


preferiría ser libro,

colmado de pulcras palabras

dueño de su equilibrio

abierto en la necesidad,

afín a las mentes libres.


Pero la historia es otra

y el futuro tiene su costo.

Así que soy un inútil móvil,

precisando continua recarga,

estéril de autonomía

incapaz de ubicarme

en este río sin paz

que la gente llama ‘vida’.

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Lenta destrucción

de: Tsuki Nankurunaisa


Tu amor me subió al cielo

fuiste un águila, un cazador

disfruté el vuelo sin revelación y la caída me dolió


en tus garras me acomodé

imaginando que tus alas mías eran

volé y disfruté un paisaje de sueños

pero todo eso se fue al infierno


terminado el viaje me miraste

tan diferente me abrazaste

descubrí mi temor: ibas a soltarme


di lo que podía, toda mi razón

pero en esas mismas garras

se quedó atrapado mi corazón

solo quedaron espasmos después de tu adiós


fue una forma cruel de abrazarme

una falsa manera de cuidarme

creíste quererme para salvarme

pero me soltaste


esta realidad no fue mi ilusión

la verdad fue el más triste adiós

un vuelo de ensueño

que solo fue el presagio de mi destrucción

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El Lunar

de Stefano Carbone


Hoy se me escapó un lunar,

huella paterna

manchada de veleidad.


Me lo quité para ganar mi libertad,

para cortar la descendencia:

la piel volcada

en tersa y sangría tela

de pulcra oquedad,

casta hoja sin historial.


Hoy se me escapó un lunar,

un signo más

que no hay siembra

que se aleje demasiado

de su natal.


Hoy se me escapó un lunar,

pieza de negra constelación

pintada en la epidermis.


Hoy se me escapó un lunar,

bueno,

me lo hice arrancar,

para creer en mi destino,

y no me toque seguir

ningún maestro

que no sean mis errores.

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