Holocausto de amor

de Tsuki Nankurunaisa


Te extrañaba,

incluso antes de que te fueras

¿la rutina ha matado al amor?

Dímelo por favor


Esa rutina sin sueños que lastima

por la seguridad que estaré allí el siguiente día

¿Es acaso este tiempo una mentira?

Porque mata lento, es una agonía


¿Mi luna perfecta se ha roto, se ha ido?

¿Por qué no veo rastros de mi astro preferido?

¿Dónde y en qué momento se ha perdido?

¿Qué fue de nuestro amor?


Esa luz que me daba tu mirar

¿por qué no me alumbra ya?

La melodía de tu voz, no me logra consolar

no puedo hablar, sólo empiezo a llorar


Tu ausencia me mató

tu buen papel me engañó

me hizo creer que podría enamorarte

pero sólo fue una pinche ilusión


un holocausto estoy sufriendo amor,

donde había vida

hoy huele a muerte, a destrucción

en cenizas se convierte toda mi ilusión


cenizas que vuelan por doquier

no me puedo reponer

solo un ave fénix quisiera ser

¡Para poder renacer!

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Cielo e terra

di Stefano Carbone


Cielo e terra respirano,

ansano,

parlano,

vivono!


Risuonano, a volte,

infuriati della voce dei morti

per la altrui negligenza.

Cielo e terra son pieni di gioia,

ma smaniano per la rabbia.


Cielo e terra tremano,

urlando contro la voce dei potenti.

Arroccati nell’illusione del dominio.


Cielo e terra mirano esterrefatti,

e giudicano in segreto

la volontà decaduta degli uomini.


Essi solo sanno

quanto il cuore possa sentire.


Di essi è il volere

e la potenza.


Del mare è,

invece,

la poesia e la fortezza.

egli lascia gli uomini peccare,

poiché son figli suoi,

per santa discendenza.


Il mare è verità,

cangiante ludibrio

di chi necessita ristoro,

ieri, ora e sempre.

Il mare è il tempo che scorre,


mentre cielo e terra…

Loro son guardiani dell’eterno.

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¿Te acuerdas de Berlín?

de Stefano Carbone


¿Te acuerdas de nuestras miradas,

perdidas en las alturas,

divisando los edificios de Berlín,

vertical telaraña de metal?


¿Recuerdas, tú y yo,

y nuestros iris embrujados,

como niñes

en un mundo de vidrio y elevaciones?


Te acuerdas de esa brisa de cambio,

de Eternidad renovada,

la libertad dilatada por los espíritus

de quien nos precedió,

entre esas calles,

rayadas de historia y letras,

y la libertad de ese presente,

lejana de distopías remotas,

pesadilla indeleble,

muerte precoz de la misericordia…


¿Te acuerdas el atardecer de Berlín,

mientras viajábamos,

en un apesadumbrado tren,

volando encima de volubles andenes,

hacia Potsdamer platz?

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New Balance

by KinseArt


To express the repressed

that feelin’ in your chest

tightening muscles and heart boltin’

a knowing you’re open to allow the unspoken


How beautiful to transcend

If you endure not offend

A learning will emerge

New balance on the verge

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El proceso de un escrito está trasformado por la belleza

de Felipe Itriago

Ya no hay tristeza en este campo de creación, siento que escribo al igual que caminar, sobre la tinta del lápiz, el lápiz está coloreando los pasos de mi vida.

Los pasos que convirtieron en las alas del color.

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Esferas de abrazos y versos

de Felipe Itriago


La complicidad es el juego del abrazo transformado por las fichas de nuestra pasión, para convertirnos en las manos de los sentimientos, y dominarnos como la candela a la neblina.


 Además, coloreando las palabras abrazadas por los azules prohibidos de nuestro pentagrama, te estoy abrazando con la poesía, porque no quiero que te caigas en el abismo de la realidad; la realidad es el desierto.


El afecto es nuestro gran acorde para bailar y cantar elevado del planeta Tierra. Somos el tatuaje de la hermandad y como dos células, formamos la mitosis de la amistad. Las esferas están abrazadas a nuestros versos.

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Un poema de amor

de Ana de la Fuente (La Glitter)


El amor no está de moda.

Miento.

El amor, para mí, no está de moda.

Podría ponerme melancólica

y decir que

los rayos de luz

que me despiertan

cada mañana de enero

calientan menos que tus besos,

que besarte

es rozar el cielo

con la punta de mis versos,

que con cada caricia

que recibo de tu piel

la niña

frágil,

bonita,

salvaje

y valiente

que un día fui

explota en una hermosa primavera.

Podría decirte

todas esas cosas

y serían verdad,

pero también serían mentira

y ni siquiera piadosas.

He leído muchos poemas de amor,

he escrito muchos poemas de amor

y me he cansado de los poemas de amor.

Sigo amando

el amanecer de piel y hueso

que lamiste esa noche en mi espalda

y ese lunar tan gracioso

que pone punto final

a tu mirada infinita,

pero es que ya no me apetece escribir sobre eso.

Ahora me apetece

escribir de las estrías


que hacen de tu piel

un mapa de carreteras

directo a lo más profundo de tus complejos,

esos que ya no escondes

y que procuras amar

en un precioso intento

de mandar a tomar por el culo

todo lo que

nos han enseñado

desde niñas.

Estoy cansada

de leer y escribir

sobre esas escenas bucólicas

donde paseamos de la mano

tomando helado de

vainilla,

fresa

o chocolate

y corremos la una tras la otra

en un verde parque

una tarde de abril

procurando que el mañana no nos alcance.

Prefiero hablar de cómo quise lamer

el helado que cayó en tu escote

y no pude porque había niños delante,

de lo mucho que te enfadaste

al ver sucia

tu blusa blanca,

de cómo se jodió el plan

y acabamos en casa

comiendo palomitas,

viendo Netflix

y con tu blusa en remojo.

No voy a hablar

de lo bonita que estás

cuando te enfadas

porque, cariño, cuando te enfadas me acojonas.

Se te hincha

la vena de la frente,

se te ensancha la nariz,

te relames el colmillo,

tuerces la cabeza cuarenta y cinco grados


hacia mi izquierda que es tu derecha,

cierras los ojos durante dos putos segundos eternos,

expulsas por la nariz un fuego

que ni un dragón recién llegado a la mazmorra,

los abres,

subes los brazos

y me gritas eso de “¿Que tú a mí, qué?”

y te sale la vena gitana

que no llevas dentro sino fuera

y pareces un demonio

muy sexy,

pero, joder, un puto demonio

y tus ojos verdes

se vuelven rojos

y yo cedo

y te doy el mando,

te devuelvo la blusa,

bajo la basura,

friego los platos

y, si me lo pides,

voy a cenar con tu madre

y le llevo a Miguel Bosé.

Estoy harta

de leer sobre

tu sonrisa vertical,

de cómo disfruto

de los secretos

que esconde cada pliegue

de tu sabrosa piel.

Yo prefiero hablar

del orgasmo que tienes

cuando te como el coño,

obviar las partes

en que me tiras del pelo

y me suplicas que no pare

y quedarme con el momento en que

pones los ojos en blanco

y subes al cielo,

te fumas un porro con Bob Marley

y bajas gritando de placer

y te corres en mi boca.

Ya no quiero hablar de corazones,


flores,

velas

o cenas románticas,

ahora prefiero hablar

de lo hermosos que son los domingos

que te paseas en bragas

por casa

poniendo lavadoras,

de las ganas que me dan

de morderte el culo

y que me folles sobre la mesa

y me muerdas

y me arañes

y no podamos ir a la playa

porque la sal escuece en las cicatrices

que tan hábilmente

dejas escondidas

en mi piel

para que solo las veas tú

cuando me arrancas la ropa.

El amor, para mí, no está de moda

porque los poemas de amor

que leemos

y escribimos son idealizaciones

de soles,

lunas,

estrellas,

cervezas,

humos de cigarros

y colillas pisoteadas.

Resulta que el amor es,

está,

se hace

y punto.

Todo lo demás es innecesario,

capitalismo literario

para que haya algo que consumir,

un exceso de metáforas y adjetivos

para tratar de describir la intensidad que da el amor,

algo que solo los afortunados podemos vivir.


El amor no puede escribirse,

el amor no puede expresarse,

el amor solo puede sentirse.

No escribo esto

desde la falta de amor,

sino desde el exceso de emociones

que siento cuando estamos juntas,

desde la fascinación

de verte flotar por el pasillo en busca de una birra,

desde la incertidumbre

de escribir estos versos

y que dudes de lo que siento por ti.

Estoy enamorada,

estoy locamente enamorada

de ti,

de mí,

de nosotras.

El amor, querida, lleva tu puto nombre,

acompañado de tus apellidos,

de tus hermanos,

de tu mochila llena de pasado,

de tus orgasmos llenos de presente

y de tus sueños llenos de futuro

y de tus espejos llenos de complejos.

Por eso sé que ya no me representan los otros poemas de amor.

Tan cierto es

que adoro tu sonrisa vertical

como que me fascina comerte el coño

y las dos cosas

son igual de falsas

y ciertas

y románticas

e inexactas.

El amor, para mí, no está de moda,

pero escribir de amor nunca dejará de estarlo,

porque es,

ha sido

y será

el mejor punto de partida

para cualquier escritor.


El amor, para mí, no está de moda,

porque el amor que consumimos

es un amor idealizado

lleno de mentiras preciosas,

lleno de palabras preciosas

para fotos preciosas

y tatuajes preciosos

que encierran escenas falsas

aunque preciosas

que no nos representan, preciosa.

No nos representan

porque solo hablan de belleza estereotipada

y esconden mis ganas

de arrancarte las bragas

y follarte, follarte

toda la noche

como mi perversa mente quiere,

es decir,

de la forma más dulce que se me ocurra,

para que veas las estrellas

y sepas que son todas nuestras,

susurrándote

que lo mejor de tu pecho

no es morderlo,

sino sentirlo,

que lo mejor del sexo

no es el orgasmo,

sino recorrerte hasta que llegues a él,

que lo mejor del amor

no es sentirlo,

sino hacerlo contigo.

Te diré,

qué coño, ¡te daré!,

las estrellas,

pero a mi manera:

dejando que elijas la peor película del mundo

para una tarde de domingo,

comiendo palitos de zanahoria y chicles de fresa

en vez de palomitas con mantequilla,

fumando en la terraza, aunque me congele,

cediéndote el último trozo de pizza

y escuchando en el coche música de mierda

solo porque la pones tú.


El amor

es lo más bonito que existe

después de ti

y el puto problema que tengo

es precisamente ese,

que no sé consumir belleza,

no sé crear belleza,

no sé aproximar belleza si la comparo con la tuya.

Por eso,

el amor, para mí, no está de moda.

Porque la belleza ni se lee,

ni se escribe,

ni se crea,

ni se consume. La belleza, para mí, se disfruta. ​


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Un mundo ideal

de Stefano Carbone


¿Cuánto tendremos que soportar?

La sentencia del gentío,

amarga vencedora de la empatía

guía del ser humano,

faro iridiscente

galaxia forastera,

misericordia hacia al otro,

lábil afán,

eclipsado

por el fácil juicio

de mustia ceguera.


Estigma,

una arenga sin derecho,

vago parpadear de la conciencia

incapaz de inferir el ajeno.

Turbio envanecer

de las palabras

culpables de lacerar el alma

sombríos hierros

sin honra.

Estéril guerra,

predadora de vidas

y vehemencia,

lucha sin vencedores.


Perpetrada por quien lee abominación,

donde solamente

hay diversidad.


Un mundo ideal,

sería dejar florecer

color y alma,

poción fecunda,

antídoto al veneno de la intolerancia…

Dulce ambrosía,

aún prohibida

para quien suplica escucha.

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Visible y resistiendo

de Marisa Díaz Urrestarazu

Y quemando 

Todos los armarios 

Y tirando al fuego 

Toda su opresión. 

Abanderando 

Todos mis derechos 

Y con mi bandera 

Contra su agresión. 

Y cogidas 

Juntas de la mano 

Sin tenerles miedo 

Sin ningún temor. 

Orgullosa 

De estas, mis hermanas, 

Que son libres, suyas 

Fuertes y lesbianas. 


Oye, mira, escucha, 

No me insultes, 

Que yo ya no creo 

En tu falsa moral. 

No me pises 

Con viejas falacias 

Ni mi amor por ella

Ni mi identidad. 

Religiones, 

Anticuados, fachas, 

Todos quieren 

Hacernos callar.

Pero al fuego 

Tiré mis mordazas 

Y con fuerza grito 

Que ni un paso atrás. 

Orgullosa de ser yo mi dueña, 

Orgullosa de mi orientación, 

Orgullosa de amar a quien quiera 

Y este orgullo es liberación. 

Sin embargo, nunca seré libre 

Si a mis compañeras las quieren meter 

Con cadenas en el sucio armario 

O con golpes van a someter. 

Siempre en lucha, pa’ que se nos vea, 

Siempre en lucha, por la libertad. 

No me humilles, no nos sexualices 

Ni me taches como «desvía».

Existiendo, resistiendo, 

En guerra por la igualdad, 

Visibilizando a todas, 

Defendiendo nuestra identidad. ​

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Loca enamorada

de Tsuki, Nankurunaisa


Gracias por el sonido de tu voz

que se vuelve melodía a mis oídos

gracias por tu mirar

que se han vuelto dos luceros en mi andar

en un cielo estrellado

perfecto distingo tu mirada

esa que me deja hipnotizada, embriagada, embobada

gracias por tu existencia, humilde e imponente

gracias por nuestra relación tan diferente, tan ocurrente

horas y días pasan lejos de tu lado

mi extrañar, cual ley de relatividad

no para, no descansa, nada detiene

imagíname aquí, al otro lado del océano

hablando contigo

a través de la luna

cual loca enamorada

que no sabe si tu mente, al igual que mi

alma, grita, pero también calla…


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