de Stefano Carbone
Hoy se me quedó solo mi cáscara,
como una casa sin paredes que guarda el techo en equilibrio:
me sobra tiempo para construir,
pero no sé si lo suficiente para gozar del calor de un hogar renovado.
Un espacio para compartir poesía
de Stefano Carbone
Hoy se me quedó solo mi cáscara,
como una casa sin paredes que guarda el techo en equilibrio:
me sobra tiempo para construir,
pero no sé si lo suficiente para gozar del calor de un hogar renovado.
de Stefano Carbone
Una mañana de lluvia
puede ser una ocasión alcanzada:
cerrar el camino antes de tiempo
dejar de lado el propósito
para respirar este instante;
un soplo de céfiro
en la cruel obsesión
de alcanzar vacuos objetivos.
de Stefano Carbone
Soy como un cactus coloreado de rosa,
enmarcado de cruel pintura,
un suplemento innecesario a mi naturaleza
que ahoga las ganas en favor de un brillo plástico.
de Stefano Carbone
Hoy me agarro a tu recuerdo,
a pesar de que sea polvo en el desierto,
un pequeño grano en un collar de jade,
una joya entre la muchedumbre descompuesta,
un lazo llameante que recuerda a mi hogar
ahí, entre las calles de Coyoacán.
de Stefano Carbone
Siento la calle húmeda,
como el recuerdo de una tormenta
que todavía no ha llegado a su cenit.
de Carlos Salem (@carlos.salem), Stefano Carbone (@poesiasyhechizos), Anna Gister( @anagister), Toni Steffan (@toni.steffan)
Dama M. (@damanisaju), Emmanuel Reyes Pérez (@emmanuelreyesperez1) Belina Fernandez (@fernandezbelina)
Guardo en cajas de cristal un grano de arena de cada playa que pisé, y las cenizas del tabaco para tallar figuras de humo. Tengo dos recuerdos en la boca. Los cangrejos caminan por mi ropa. Colecciono todas las borracheras en las que te besé creyendo que eras otro.
de Stefano Carbone
Me queda muy chiquito nuestro tiempo,
Pacífico asombro de un grafiti rascado,
color ganado en una pared solitaria
un rato que me deja aquí, con la boca a sabor lima,
incapaz de saciar la sed ni de quedarme con ganas.
de Stefano Carbone
Te dejas llevar,
lejos de la raya,
lejos de mí,
volando encima de un fuerte costado,
un soplo de ingenua luz,
sólida de perpetuo ardor.
de Stefano Carbone
Estás son mis últimas palabras.
A la orilla de la muerte
abrazo mi rebeldía,
sin miedo a la condena.
de Stefano Carbone
La calle es una hoja blanca,
sobre la cual escribiremos nuestra revolución,
marchando en voz alta,
para extinguir este miedo.