de Stefano Carbone
Me queda muy chiquito nuestro tiempo,
Pacífico asombro de un grafiti rascado,
color ganado en una pared solitaria
un rato que me deja aquí, con la boca a sabor lima,
incapaz de saciar la sed ni de quedarme con ganas.
Un espacio para compartir poesía
de Stefano Carbone
Me queda muy chiquito nuestro tiempo,
Pacífico asombro de un grafiti rascado,
color ganado en una pared solitaria
un rato que me deja aquí, con la boca a sabor lima,
incapaz de saciar la sed ni de quedarme con ganas.
de Stefano Carbone
Te dejas llevar,
lejos de la raya,
lejos de mí,
volando encima de un fuerte costado,
un soplo de ingenua luz,
sólida de perpetuo ardor.
de Stefano Carbone
Estás son mis últimas palabras.
A la orilla de la muerte
abrazo mi rebeldía,
sin miedo a la condena.
de Stefano Carbone
La calle es una hoja blanca,
sobre la cual escribiremos nuestra revolución,
marchando en voz alta,
para extinguir este miedo.
de Stefano Carbone
Miedo, asombro delirio,
frio azul, encarcelado de anhelo.
Me acerco a la aurora,
encarcelado entre estas paredes,
hormigón y betún.
Solo la noche me libra,
dejándome incapaz de comprender
su obscuro infinido.
de Marutopia y Stefano Carbone
Las voces del tiempo
arañan las estrellas
y caen como una estrella fugaz,
sobre mi almohada.
Pienso tu olor a rosas mojadas.
de Stefano Carbone
Te saludé hoy,
a la altura de Cibeles,
como si fueras una amiga
adornada de luz e inmensidad.
di Stefano Carbone
Piove di sereno,
qui, all’ombra delle alte torri della città,
bianche lance issate nel cielo,
un paese delle meraviglie, destato dal sole di febbraio.
de Stefano Carbone
Desperté pensando en tus ojos,
una gota de infinito en la rebelión del firmamento,
una explosión universal, el poder que transforma el caos en cosmos,
Cástor y Pólux perdidos en su navegación,
una evocación llameante en el medio del invierno,
energía primigenia, locuaz de alegoría,
la fuerza gravitacional que me acerca a ti esta noche.
de Stefano Carbone
El cielo manchado de lluvia
no alcanza a alejar esta incauta emoción:
la atenta espera para volver a encontrar tu mirada,
cruzar esa calle que nos conoció enamorados
un enlace más fuerte del firme adamantium,
sacro anhelo de la pertenencia,
ineluctable sello de tu pulcro ser.