de Stefano Carbone
Quien sabe a que huele la luna de Kabul,
si tiene sabor a frescor de verano que se acaba
o a lo mejor a soledad, simulacro de una gran ciudad abandonada
o a libertad de alejo, el mismo que impera entre tu y yo,
cenizas despedidas en la inmovilidad del aire agostina.
Quien sabe a que resuenan las calles de Kabul,
si echan de menos el cantar sereno por una paz estrangulada,
la noche artificial de los insomnes,
el pulcro esplendor acromado de un satélite de plástico.
Quien sabe a que huele la luna de Kabul,
tal vez a miedo apilado, como ladrillos rojos en ruina,
a silencio después una explosión,
a amarse a escondida huyendo de las miradas ajenas
a lecturas prohibidas o a sangre inocente:
quizás a muerte.
Quien sabe a que huelen las calles de Kabul:
esperanza abandonada, una paz fallada que nunca le fue consagrada.
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
La luna di Kabul
di Stefano Carbone
Chissà di cosa profuma la luna di Kabul,
se ha il sapore della frescura sul finir dell’estate
o forse di solitudine, simulacro di una grande città abbandonata
o di libertà nella lontananza, la stessa che impera fra me e te,
cenere dispersa nell’immobilità dell’aria d’agosto.
Chissà a cosa risuonano le strade di Kabul,
se sentono la mancanza del sereno canto di una pace strangolata,
come una notte artificiale per gli insonni,
il pulcro splendore cromato di un satellite di plastica.
Chissà di cosa profuma la luna di Kabul,
forse di paura accatastata, come rossi mattoni in rovina,
di silenzio dopo un’esplosione,
o ad amari clandestini, fuggendo dagli sguardi altrui
di letture proibite o sangue innocente:
forse di morte.
Chissà di cosa profumano le strade di Kabul:
speranza abbandonata, una pace fallata che mai gli fu consacrata.
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.